Hace apenas unos días pasé por una situación traumática, sin saber como aparecí en medio de una carretera, en una noche oscura, solo me dio tiempo a ver que algo se iluminaba y sentir el dolor en mi cuerpo, al momento oí voces que me susurraban y un calor que recorría todo mi tembloroso cuerpo, no sabia muy bien que había ocurrido, pero aunque mi dolor era inmenso, sentí una sensación que me reconfortaba, una mano que me ayudaba y unos brazos que me abrazaban. Solo sé que desde ese momento me sentí seguro y tranquilo.
Ulises en el veterinario.
Al momento la escena se repite, una nueva compañera se une en nuestro camino,¿ será mi hermana? Me reconforta saber que ella también estará cuidada, seremos dos a recorrer el camino,, no hay diferencias, la situación es la misma, los dos somos cachorros, atropellados y rescatados de un fatal desenlace en el ultimo momento, los dos tenemos grandes ganas de vivir y los dos tenemos mucho amor para dar.
Ya ha pasado lo peor, ahora estamos calentitos, con nuestra barriga llena y sin peligros que nos acechen, pero mi tristeza ha vuelto a mi, tras pasar los días entendí que no somos iguales, mi hermana tiene nombre, nació con linaje, es una perrita de aguas y todo el mundo se la quiere llevar, pero yo…. No tengo nada, nadie pregunta por mi, no intereso, no soy nada.
¿ Porque? Porque mis padres no fueron nobles y me dieron su nombre, porque cuando me preguntan de que casa soy, solo puedo decir que de la calle, es duro entender que un simple nombre marque la diferencia, que por ello este destinado a volverme invisible, que por ello mi tristeza terminará consumiéndome y mis ganas de vivir se van apagando, ya no juego, apenas como, mis días los paso acurrucado en un rincón sin alegría ni ilusión.
Aunque la situación es la misma, el nombre marca la diferencia, ojala no fuera así y tuviera yo la misma Suerte que mi hermana.
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Los deseos de nuestra vida forman una cadena cuyos eslabones son las esperanzas.
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