lunes, 6 de febrero de 2012

CHULO...UN ESPÍRITU JOVEN.

Gran Familia (Sevilla)



Ya no tengo esperanzas. Te veo y veo en ti un peluche encantador, un jovencito amoroso y juguetón, un pequeño tesoro perfecto! Pero sólo yo lo veo. . . cada día la misma historia. . . Sales al recreo y corres, juegas, nos das besos y abrazos, y el tiempo pasa y pasa y sigues aquí.

Nunca encontrarás esa familia que ansiamos, ¿verdad? Nunca pasarás las tardes en la alfombra de un salón, con tu preciosa carita sobre los pies de unos “padres” que no llegan. Nunca saldrás de paseo ni te llevarán al parque. Te miro, sí. . . te miro y veo tantas cosas que no comprendo que el resto del mundo esté tan ciego.

Duele tanto saber que no tendrás esa oportunidad que otros tienen quizá por ser de raza, quizá por ser más joven. . .  no es justo. Pero cómo hablar de justicia en un país donde solo los perritos de bolsillo tienen derecho a la vida? En un país donde tener tus 8 años es motivo para ser invisible.

No, es cierto, hace mucho que no tengo esperanzas. Y escribo con la rabia consumiendo mis entraas al pensar en todo lo que pudieras tener, lo que mereces tener, y nadie te ofrecerá.

Pero te miro en el refugio, y ya no siento pena. Ese sentimiento desaparece cuando me devuelves a sonrisa con esa nobleza que sólo tú demuestras, con la pureza de quien no entiende más que el hoy.

Quizá algún día lea mis palabras y me ría de este pensamiento que ahora me persigue, y al terminar estas letras busque esas fotos que tu familia me mandó cuando fuisteis al campo, o a la playa, o a una terraza una tarde de verano.

¿Sabes?  Tal vez el mundo no esté ciego, tal vez sea tu luz la que les ciegue tanto que no pueden verte, y tal vez algún día llegue esa persona que no tema mirarte y permitir que le ilumines para siempre.



Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.

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