lunes, 16 de enero de 2012

PITA Y GUADA... LA LUCHA DE UNA MADRE.


Gran Familia (Sevilla)

Pita, nuestra viejita mastina y madre coraje.

Hace ya mucho tiempo, naciste en un arroyo seco, entre matojos, insectos, entre miseria. Salimos adelante juntas, con ayuda de esas manos humanas que nos fueron tendidas.
No es necesario que sepas los detalles de mi vida hasta entonces. Basta saber que no fue buena, que mi cuerpo soportó golpes, humillaciones y maltrato, algo que tú nunca conocerás, y por lo que doy gracias a diario.
Eras demasiado pequeña para recordar cuando nos encontraron, pero yo, a pesar de mis años, la revivo como si fuera hoy. Poco después tu hermano y tú os marchasteis, por fin conoceríais lo que yo nunca tuve! Un hogar, una familia, besos al despertar y caricias al acostaros. . . No podía ser más feliz... ¿ qué madre no sueña con una vida perfecta para sus hijos? Pero la dicha duró poco. Tu adopción no salió bien, tu familia ya no te quería. Esos días fueron de incertidumbre, de miedo. Sabía que nuestras humanas no iban a ignorarte pero, ¿qué encontraría cuando volvieras? Ya no te conocía, había pasado el tiempo, habías crecido. Habías cambiado. ¿Te acordarías de mí?

Nuestra cachorrona Guada.

Llegaste y el miedo se reflejaba en tus ojos, en esos ojos por los que daría cualquier cosa, y sentí que se me partía el alma. Estaba pasando lo que siempre quise evitar. . . Estabas sufriendo, sufriendo tanto. . .
Volvimos a estar juntas, y poco a poco el miedo dio paso a la alegría, a las travesuras! Entonces el destino de nuevo se enfrentó a mí. Enfermé, y nos separaron durante meses, porque podía contagiarte. Te veía pasar con nuestro eterno compañero, Tanti, y me sentía feliz. Sabía que si algo me pasaba, que si me marchaba a ese lugar más allá de las nubes, estarías bien. Ya eras grande, toda una perrita! Conocías lo bastante a nuestros humanos como para confiar a ciegas en ellos, ese pensamiento me hacía sentir bien.

Pita (Mamá)

Nuestras humanas lucharon por mí, y yo por ellas. Tenía que salir adelante, no podía hacerles eso, después de todo lo que había pasado, ¿iba a morir ahora? Cuando ya tenía una vida, estabilidad, amigos, humanos que me adoraban y a los que adoro, no no podía irme! Y aquí estoy hoy, escribiendo esta carta de la que seguramente nunca sepas nada.
Somos grandes, mastina y cruce de mastín, sabes tan bien como yo las pocas posibilidades que tenemos de salir algún día del refugio. Sé que eso no te perturba, que aquí te sientes a salvo y no tienes prisa por marcharte, y eso me reconforta, pero cada noche sueño con un jardín donde me tumbo al sol mientras te veo perseguir una pelota. En mis sueños, nos marchamos del refugio en un coche grande, con una familia que entiende que necesitas tiempo y tranquilidad para acostumbrarte a ellos, y a la que no le importa mi edad. Que me quieren para darme achuchones cada día de mis últimos años y que disfrutan viéndote correr sin pretender que les des un gran abrazo, porque comprenden el miedo que te causan los humanos. Entonces despierto y te veo enroscada a mi lado, durmiendo, y sé que ese jardín nunca llegará. Sé que este será el único hogar que conozca, y en cierta forma me entristece que ningún humano vea todo lo que hay en ti y en mí.

Guada (Hija)

Pronto amanece y nuestras humanas llegan. Vienen cansadas, con frío, algunos días con más ánimo que otro. Llegan y la rutina comienza. . . abren nuestra habitación y sales como un rayo, como si no hubiera mañana! Voy detrás de ti, despacito, y nuestras humanas vienen en mi busca. Caminan a mi lado, me dicen lo bonita que soy y cuánto me quieren. Me dan ánimos cuando a pesar de mis años doy una carrerita para alcanzarte y cuando nos llevan de vuelta siempre caen un par de salchichas. Y entonces esa tristeza que sentí al despertarme se va, y me doy cuenta de que lo que pensé no es verdad. Hay humanos que ven todo lo que hay en ti y en mí! Hay humanos que están con nosotras sin condiciones. Hay humanos que no pueden llevarnos a casa, pero que se preocupan cada día de que tengamos todo cuanto necesitamos. Y esa es nuestra auténtica familia. . .


Si alguna vez tienes conocimiento de estas palabras, y yo ya no estoy a tu lado, recuerda que mientras ellas vivan, nunca estarás sola.


Y hasta entonces, mi pequeña Guada, seamos felices!

No hay comentarios:

Publicar un comentario